El transporte es el principal modo de desarrollar una actividad comercial, tanto nacional como internacional. En el caso que nos ocupa, la mercancía transportada serán alimentos destinados al consumo humano y/o animal o bien componentes de los mismos que pueden presentarse a granel o envasados/embalados y que por su naturaleza, necesiten que las condiciones ambientales o de estiba en que se ha de realizar el transporte, se mantengan durante toda la travesía o ruta. Hay ocasiones en que esas condiciones no son respetadas y eso afecta a la calidad comercial del producto o a su aptitud para el consumo con la consiguiente pérdida económica. A veces no es durante el transporte sino en el momento de la carga o descarga cuando se presenta el deterioro. Las distintas etapas han de ser sometidas a estudio para determinar no sólo el momento o situación en que se produjo el daño sino también su repercusión en la calidad del producto y aptitud para el consumo y finalmente, cuantificarlo a modo de valoración.
Generalmente, el precio pagado o pendiente de pago por la mercancía transportada y recogido en el correspondiente factura/contrato de compra-venta se corresponde con el valor de transacción. La documentación comercial incluirá además las condiciones específicas en las que de ser cargada, transportada, descargada y almacenada la mercancía. Lógico será pensar que toda mercancía que sea transportada vaya incrementando su valor debido a los gastos derivados de dicho transporte.
Puede haber casos en que la mercancía no disponga de factura comercial o que no exista documento alguno que determine su valor de transacción o compraventa, recurriendo en ese caso a una serie de métodos secundarios como puedan ser:
- Aplicar el valor de transacción de mercancías idénticas (mismas características, calidad y prestigio).
- Aplicar el valor de transacción de mercancías similares. Es un método similar al anterior pero relajando las condiciones.
- Método deductivo, aplicando el valor de comercialización de la mercancía en el lugar de destino.
- Determinando los costes de producción, comercialización y transporte.
Conocer o atribuir el valor de la mercancía, identificar la causa del daño, cuantificar el deterioro y determinar su aptitud para el consumo humano son aspectos que generan discrepancias entre los distintos agentes implicados en la cadena logística. Surgen así distintos agentes que son los encargados de realizar tales funciones, los comisarios de averías y los peritos tasadores de seguros que si bien tienen la obligación de ser imparciales y objetivos en sus conclusiones, en ocasiones pueden no satisfacer las expectativas o no atender debidamente las reclamaciones del vendedor o dueño de la mercancía en tránsito, quien deberá recurrir entonces a un técnico externo y cualificado que valore el dictamen recibido y así plantear la reclamación o queja correspondiente. En numerosas ocasiones el comisario de averías o perito responsable de una determinada actuación, independientemente de la titulación técnica o académica que ostente no lo capacita plenamente para una realizar un análisis riguroso de un determinado siniestro en el que se incluyan alimentos frescos, conservados o transformados destinados al consumo humano. En ese caso será un facultativo veterinario el técnico competente para el análisis y valoración del siniestro abarcando situaciones tales como la investigación de decomisos, mermas y/o depreciaciones, manipulaciones fraudulentas, análisis de trazabilidad o la ruptura de la cadena de frío.